Clavado sobre la silla,
en su rápido corcel
a escape va el cabecilla:
el sol del trópico brilla,
sobre su tostada piel.

Le acompaña la legión
de sus animosos bravos:
hombres libres todos son,
y de ninguna nación
querrán nunca ser esclavos.

Súbito y en hora mala
se oye silbar una bala
que da en el blanco certera.
¡Maldición! Dio en la bandera,
cual de un pájaro en el ala...

De pronto cae un patriota,
y sobre el suelo rebota
rígido su cuerpo inerte,
en tanto que, gota a gota,
su preciosa sangre vierte.

¡Recio comienza el combate!
Siente el bruto el acicate,
cuerpo a cuerpo se pelea,
y el pecho de todos late
como un ave que aletea.

El cabecilla, jinete
ágil y diestro, arremete
al enemigo después,
y siempre que alza el machete
ve un cadáver a sus pies.

Rápido, con mano fiera,
a un soldado que le espera
de un golpe le deja manco...
¡Es aquel que a la bandera
antes eligió por blanco!...

A poco, a la desbandada,
huye la hueste enemiga
como fiera acobardada,
que aun teme que la persiga
del cazador la mirada.

Clavado sobre la silla
va a escape, va a la carrera
el valiente cabecilla,
recibiendo en la mejilla
los besos de su bandera!...

Bonifacio Byrne
(Matanzas, 3 de Marzo, 1861-Matanzas, 5 de Julio, 1936)

 

 

 

 

 

 

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