¡Oh Cuba! patria querida,
dulce edén de mis amores,
linda odalisca dormida
sobre una alfombra de flores.
¿Ya tus eternos dolores
cesaron, mi Cuba hermosa?
No, que tu estrella gloriosa
se encuentra triste, eclipsada
por la sombra despiadada
de otra estrella poderosa.
¿Quién en el pecho no siente
algo así que se levanta
como una protesta santa
que lanza el alma doliente?
¿Quién no doblega la frente
por la vergüenza humillada?
¿No eres la enseña sagrada
que en "Galope" y "Coliseo"
hiciera inmortal Maceo
con la punta de su espada?
¿No fue, dime, en tu presencia
que en el triunfo o la derrota,
jurara ardiente el patriota
morir por la independencia?
¿Di, qué fatal coincidencia
se opone a mirarte ufana,
aquí en la tierra cubana,
lucir soberbia, altanera,
en tu preciosa bandera,
como dueña y soberana?
¿Será que quiere el destino
borrar de tu hermosa historia
tantas páginas de gloria
que sembraste en tu camino?
¡Ay! si cobarde y mezquino
por desgracia, oh patria mía,
la gran fuerza que te guía
cuyo poder tanto alcanza
traicionara tu esperanza
¿cuál tu porvenir sería?
Despierta ¡oh Cuba! y encierra
tu sentimiento profundo,
muéstrate altiva ante el mundo
como lo fuiste en la guerra.
Ese marasmo que aterra
arráncalo de tu pecho,
que el Universo es estrecho
en este fatal momento,
para ahogar el sentimiento
de tu supremo derecho.
Lucha, batalla, que vea
el coloso americano
que no existe aquí un cubano
que independiente no sea.
Y si tu bendita idea
quiere torcerla altanero,
en mi soberbia prefiero
si al fin esclava he de verte,
destrucción, miseria y muerte
al yugo del extranjero.
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