La virgen que los ojos soñadores
admiran en mis lienzos ideales
no reza en las vetustas catedrales
ni danza en los alegres corredores.

No juega enamorada con las flores,
ni escucha tras las puertas ojivales
las zambras de las guzlas orientales,
el canto de los viejos trovadores.

La virgen de mis lienzos aletea
donde el bajel sin mástiles estalla,
murmura donde al ábrego vocea,

palpita donde choca la metralla,
sonríe donde el rayo centellea
y duerme sobre el campo de batalla.

Francisco Díaz Silveira
(La Habana, Febrero 4, 1871-La Habana, Febrero 16 1924)



 

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