A Fernando de Zayas
¡Oh, qué triste, qué triste es mi vida;
el pensar me quebranta y me agobia;
sólo pienso en la tierra querida,
donde tengo mi hogar y mi novia!
Al calor de la dicha, mi mente
se forjaba mil sueños de amores,
y un país de magnífico ambiente
saturado de esencias de flores.
Yo era entonces febril visionario,
deslumbrado por vivos reflejos,
y no pude mirar el calvario
que elevaba su cima a lo lejos.
Hoy la cruel pesadumbre me mata,
y veo obscuro el cercano horizonte
que su sombra en el cielo dilata
y que envuelve la cumbre del monte.
Sólo tengo un placer; el recuerdo
de mi bella y gentil princesita;
cuando en negros abismos me pierdo
me parece que ¡avanza! me grita.
Y por ella prosigo animoso
con el fiero destino luchando,
que entre penas amar es hermoso
como hermoso es morir adorando!...
Mas, a un lado mi inútil lamento;
ya vendrán otros tiempos mejores;
hoy no debe escucharse un acento
que nos hable de penas y amores.
Nuestra patria a luchar nos convida,
y alejando el pesar que me agobia,
yo le ofrezco mi sangre y mi vida
a la tierra lejana y querida
donde tengo mi hogar y mi novia!
(Ibor City, 1896)
Carlos Alberto Boissier (Matanzas, 10.9.1877 - Pinar del Río, 10.3.1897)
|