Nos espera el océano, vida mía
Pero más te idolatro cada día
y más pienso en tus frases de ternura,
en tu adiós, que fue un grito de agonía,
y en nuestros dulces sueños de ventura.
¡Oh! Qué triste, qué triste me parece
esta región, mi bien, porque estás lejos;
cuando la tarde se aproxima, crece
mi dolor, y tu imagen resplandece
del Sol en los agónicos reflejos.
Bella como los lampos de la aurora,
triste como el crepúsculo y serena,
tierna como una virgen soñadora,
casta como el recuerdo de Leonora,
y como Laura, encantadora y buena;
así te miro yo flotar radiante
en el espacio azul; mi pecho amante
palpita de emoción, y gozo lleno,
y en ese dulce y venturoso instante
soy poeta, soy joven y soy bueno.
¡Es verdad que al partir me lo dijiste;
mía la culpa fue, tú no quisiste,
pero a luchar la patria me llamaba,
solo y vacío mi lugar estaba,
y fui a ocuparlo resignado y triste!...
Mas seca el llanto ya, que tantas penas
pasarán con el tiempo, vida mía;
tendremos otra vez horas serenas,
cuando rompa la patria sus cadenas
y logre el fin la libertad que ansía