(Fragmentos)
Si en pos de ensueños insanos,
la doblez pudo pensar
que en el Morro no ha de ondear
la enseña de los cubanos
si bajo antifaz de hermanos
latió tan ruin ambición,
Cuba, al saber la traición,
hará que su imperio ejerza
en la razón de la fuerza
la fuerza de su razón.
Ser no podrán sin reveses
de esta tierra los señores
los que empiecen protectores
y acaben cartagineses.
Vestir los férreos arneses
¿qué cubano no supiera?
Y cuando el último muera
saldrán porque no sucumba,
cuantos duermen en la tumba
a pelear por su bandera
Que apresten no nos aterra
cuanto acierte a destrozarnos.
¡Aquí están para ampararnos
valle, monte, playa, sierra!
Podrán robarnos la tierra
al luchar sin igualdad,
en fúnebre soledad
trocará el campo sus galas...
¡mas no acallarán con balas
la voz de la libertad!
Pero hay algo más rastrero
que la más baja traición:
¡Cubanos que hablan de unión,
uniéndose al extranjero!
La Patria fue lo primero,
como que madre es al cabo;
y el que a un tiempo es noble y bravo,
prefiere, donde ella vibre,
el suicidio... y morir libre,
a vivir... y ser esclavo!
Primero, ante los consejos
de hermosísimos deberes,
se harán matar las mujeres,
y los niños, y los viejos.
Y entre sangrientos reflejos,
la estrella al mirar, que aún flota,
sintiendo que en su alma brota
el aliento de un atleta,
dará su lira el poeta
por el fusil del patriota!
AUGUSTO E. MADAN Y GARCÍA
(Matanzas, ?. ?. 1853 - ?, ?. ?. 1915)