La gota de rocío

 

¡Cuán bella en la pluma sedosa de un ave,
o en pétalo suave
de nítida flor,
titila en las noches serenas de estío
la diáfana gota de leve rocío
cual vívida estrella de un cielo de amor!

El álamo verde que el aura enamora,
el sauce que llora,
el verde palmar;
el mango sombroso, la ceiba sonante,
cual fúlgido rayo de níveo brillante
la ven en sus hojas inquieta temblar.

Resbala entre rosas tan rápida y leve,
tan frágil y breve,
tan blanca y sutil;
cual son de la vida los sueños de amores,
y el beso de almíbar que en copa de flores
nos brinda gozosa la edad infantil.

Acaso de un ángel la lágrima sea
que amor centellea
con luz celestial,
la gota de aljófar de un niño que llora,
la perla más blanca que vierte la aurora
y lleva en sus alas el suave terral.

¡Soñando ternezas gallarda hermosura
el cáliz apura
de aromas y miel;
y el lago sus ondas azules levanta,
el cisne se queja de amores y canta,
y todo en la tierra respira placer!

¡Oh, noche!, ¡oh, misterio de eterna armonía!
¡Oh dulce poesía
de sueño y de paz!
¡Poema de sombras, de nubes y estrellas,
de rayos de oro, de imágenes bellas
suspenso entre el cielo, la tierra y el mar!

¡Oh!, ¡cómo gozoso en las noches de mayo
al trémulo rayo .
de luna gentil,
sentado en el tronco de un sauce sombrío,
tras gota apacible de suave rocío,
pensé de mi madre las huellas seguir!

¡Y allí con mis versos en paz deleitosa,
mis hijos, mi esposa,
mis libros y Dios,
he visto las horas rodar sin medida,
cual rueda esa perla del cielo caída,
temblando en el cáliz de tímida flor!

¡Feliz si, muriendo, mis tristes miradas
de llanto bañadas,
se fijan en ti!
¡Feliz si mi lira vibrante y sonora,
cual cisne amoroso, con voz gemidora
su queja postrera te ofrece al morir...!

¡Tú, al menos, podrás, en gélida losa,
con luz misteriosa
mi nombre alumbrar;
y el ave sedienta verá con ternura
de un pobre poeta la lágrima pura,
allí sobre el mármol tranquila brillar...

Rafael María de Mendive

(1821-1886)

 

 

 

 

 

 

 

 

Rafael María de Mendive

La perfección formal y el sentido de la musicalidad, caracterizan la obra lírica de Mendive, a veces más recordado por haber sido maestro de José Martí, que por su legítimo valor como poeta. "La gota de rocío" es uno de sus poemas más característicos; es también muy hermoso "La oración de la tarde". Refinado y pleno de matices, parece ser un poeta transicional entre la primera y la segunda generaciones románticas; con él se abandonan las tendencias más facilistas del criollismo, sin dejar de reflejar en su poesía una sensibilidad íntimamente cubana.

Rafael María de Mendive, nace en La Habana, el 24 de octubre de 1821 y muere el 24 de noviembre de 1886.

Dio a conocer sus versos en Correo de Trinidad (1839-1841). En 1843 ingresó en el Seminario de San Carlos donde estudió Derecho y Filosofía.

En 1844, viajó por Europa. Redactó, con J. G. Roldán, la revista Flores del Siglo (1845). Colaboró en el Faro Industrial (1846-1847) y en Semana Literaria (1847-1848 ).

Fue nombrado secretario de la sección de Literatura del Liceo de La Habana, desde cuyo cargo promovió concursos literarios y fundó, con José Quintín Suzarte, El Artista (1848), órgano del Liceo.

En 1851 sus versos, representantes siempre del Romanticismo, fueron incluidos en la Antología Poetas españoles y americanos del siglo XIX, de Andrés Avelino de Orihuela. Regresó a Cuba en 1852. Fundó la Revista de La Habana (1853-1857); que editó una serie de libros.

En 1856 ingresó en la Sociedad Económica de Amigos del País. Colaboró en Guirnalda Cubana (1854), La Piragua (1856), Revista Habanera (1861-1862), Álbum de lo Bueno y lo Bello (1860), Aguinaldo Habanero (1865). Además, en el Correo de la Tarde y el Diario de la Habana. En 1864 fue nombrado director de la Escuela Municipal de Varones. Por su labor, fue premiado por la Junta Superior de Instrucción Pública. Fue, durante sus años de profesor, protector y maestro de José Martí.

En 1867 se le autorizó a establecer el colegio San Pablo. La casa de Mendive era centro de reuniones literarias y fervor patriótico. En enero de 1869, a raíz de los sucesos del Teatro Villanueva, fue conducido preso al castillo del Príncipe; más tarde fue confinado a España. De Madrid pasó a Nueva York, donde residió de 1869 a 1878. Colaboró en los periódicos de Nueva York La Ilustración Americana, La América, Museo de las Familias y Mundo Nuevo.

En 1875 residió unos meses en Nassau. A raíz de la Paz del Zanjón regresó a Cuba. Dirigió el Diario de Matanzas (1878-1879). Colaboró en La Lucha (1887) y El Almendares. Escribió en el periódico La Tarde. Estuvo al frente del colegio San Luis Gonzaga, de Cárdenas. Enfermó y fue trasladado a La Habana, donde falleció. Es coautor de Cuatro laúdes (1883), junto con Ramón Zambrana, José Gonzalo Roldán y Felipe López de Briñas. En colaboración con José de Jesús Q. García publicó su antología América poética (1856). Prologó la segunda edición de las Poesías de Fornaris. Tradujo las Melodías irlandesas, de Moore, impresas en New York (1863).

Hizo traducciones de Hugo, Byron, Lamartine. Dejó dramas inéditos.

Algunos de sus versos fueron traducidos al francés por Moreau y al inglés por Longfellow. Utilizó los seudónimos Tristán del Páramo, La Caridad y Armand Flevié.

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